Maison Martin Margiela cumple 20 años de transgresora producción y el MOMU (Museo de Moda de Amberes) lo celebra con una inquietante exposición, una puesta de largo de más de dos décadas de indiscutible influencia flamenca sobre el planeta Moda.
El diseñador belga se ha convertido en la punta de lanza de una vanguardia gestada en los ochenta con la aparición del grupo “los seis de Amberes” e impulsada a través de la prestigiosa escuela de Moda de la ciudad.
Margiela adquiere el posicionamiento más conceptual y artístico de su generación planteando un ejercicio disciplinar de análisis complejo, con planteamientos alejados de las tendencias mainstream.
El diseñador sustenta su universo personal en un seductor juego de paradojas: por un lado manifestando aquello que queda oculto, destripando y haciendo visible la construcción de las prendas; por el contrario en otros trabajos encontramos la estrategia opuesta, ocultando lo sobreexpuesto (piezas e incluso modelos literalmente veladas en tejidos). Encontramos más paradojas en sus “replicas”, reconstruyendo piezas clásicas con técnicas contemporáneas, o al revés, redefiniendo con estilo futurista la silueta del cuerpo con la reutilización de prendas en desuso. O su mayor y más brillante paradoja, creando un radical estilo identitiario basado en la total renuncia al estilo.
Margiela hipnotiza con lo invisible del concepto frente a la evidencia de lo formal: La exposición y la iconografía de la propia firma se recrean en la seductora desnudez del maniquí Stockman, la etiqueta de las prendas, como desaparecida, se manifiesta al exterior únicamente con cuatro puntadas blancas, incluso encontramos la renuncia del diseñador a ser un personaje visible hacia el gran público… Como en el traje del cuento, en el trabajo de Margiela hay algo que no vemos y en este caso es lo que atrapa.
Nacho Martín Asunción
Artículo publicado en PASAJES DISEÑO nº 9. Enero de 2009.
El diseñador belga se ha convertido en la punta de lanza de una vanguardia gestada en los ochenta con la aparición del grupo “los seis de Amberes” e impulsada a través de la prestigiosa escuela de Moda de la ciudad.
Margiela adquiere el posicionamiento más conceptual y artístico de su generación planteando un ejercicio disciplinar de análisis complejo, con planteamientos alejados de las tendencias mainstream.
El diseñador sustenta su universo personal en un seductor juego de paradojas: por un lado manifestando aquello que queda oculto, destripando y haciendo visible la construcción de las prendas; por el contrario en otros trabajos encontramos la estrategia opuesta, ocultando lo sobreexpuesto (piezas e incluso modelos literalmente veladas en tejidos). Encontramos más paradojas en sus “replicas”, reconstruyendo piezas clásicas con técnicas contemporáneas, o al revés, redefiniendo con estilo futurista la silueta del cuerpo con la reutilización de prendas en desuso. O su mayor y más brillante paradoja, creando un radical estilo identitiario basado en la total renuncia al estilo.
Margiela hipnotiza con lo invisible del concepto frente a la evidencia de lo formal: La exposición y la iconografía de la propia firma se recrean en la seductora desnudez del maniquí Stockman, la etiqueta de las prendas, como desaparecida, se manifiesta al exterior únicamente con cuatro puntadas blancas, incluso encontramos la renuncia del diseñador a ser un personaje visible hacia el gran público… Como en el traje del cuento, en el trabajo de Margiela hay algo que no vemos y en este caso es lo que atrapa.
Nacho Martín Asunción
Artículo publicado en PASAJES DISEÑO nº 9. Enero de 2009.
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